¡Se Declara Culpable!

¡CULPABLE! En mis oídos retumbó esa única palabra. Esa palabra cambiaría mis planes, mi futuro y todo mi mundo. El juez estaba enojado, ¡muy enojado! Luego, leyó la sentencia.

Mi historia

Yo era un delincuente condenado. Perdería mi licencia de conducir, pagaría todas las costas y cumpliría una larga lista de obligaciones. Luego, se detuvo y me hizo una pregunta: “¿Entiende que lo que significa ser hallado culpable?” Yo le dije que sí. El juez prosiguió: “¿Sabe lo que perdió al estrellar su auto contra esa casa?” En silencio, asentí.

¡Se Declara Culpable!

Su voz se hizo más suave y me dijo: “Si hace lo que se le pide, yo eliminaré esta sentencia en su cumpleaños número dieciocho. Será como si nunca hubiera sucedido”. Por primera vez en semanas, sentí esperanza. Comencé a creer que el peso de mi culpa no me perseguiría por el resto de mi vida.

El día que cumplí dieciocho años, mi prontuario estaba limpio, tal como el juez había prometido. Como si nunca hubiera quebrado la ley, como si nunca hubiera sido condenado por ningún acto de delincuencia. ¡Estaba libre!

¿Te suena conocido?

Tal vez, estés sintiendo la misma clase de culpa que yo sentí ese día hace tanto tiempo atrás. Sabes que te portaste mal. Tal vez le robaste a alguien, o quebraste tu promesa de “amar, cuidar y obedecer”. Quizás hasta le quitaste la vida de alguien. El peso de tu culpa es intenso y no te deja vivir.

Dios sabe que todos han hecho lo malo....

Tengo buenas noticias para ti. Hay una forma en que tu prontuario puede quedar limpio. ¡Hay una forma de que tu culpa sea borrada! Dios sabe que todos han hecho lo malo. Entiende que las cosas malas crean un sentimiento de culpa. Sabe que la paga del pecado (las cosas malas que hacemos) ¡es la muerte! Pero Él creó un camino para que nosotros encontremos perdón y esperanza. Viene a través del regalo del único Hijo de Dios, Jesús.

La solución de Dios

Jesús nunca pecó, pero estuvo dispuesto a cargar nuestros pecados sobre sí mismo. Pagó por nuestro pecado en una cruz mortal. Era inocente ¡pero pagó nuestra deuda de pecado! Tres días más tarde, resucitó de la muerte con el poder de darnos nueva vida y esperanza, ahora y para siempre.

Y todo comienza con una oración:

“Querido Jesús: ¡Por favor, perdóname! Estoy apenado por las cosas malas que he hecho. Estoy cansado de sentirme culpable. Necesito sentir esperanza otra vez. Por favor, limpia mi historial y dame un nuevo comienzo en la vida. Te seguiré hoy y siempre. En el nombre de Jesús. Amén.”

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